Hacer lo que está bien está bien, pero solo experimentando lo que está mal, conociendo lo que está mal, se llega a la razón pura. De lo contrario, se permanece en una fe ciega e inmadura…
Sin embargo, hacer el mal, consciente de que se está cometiendo un error, es un crimen sujeto a castigo.
A través de la elección se adquiere autonomía, responsabilidad y libertad.
Tomar una decisión correcta por elección es siempre más valioso que tomar una decisión correcta por mera obediencia.
Al fin y al cabo, todo tiene una doble cara. La vida fluye a lo largo de esta doble cara, como si corriera a lo largo de la banda de Möbius, donde no se sabe dónde está “lo de dentro» y “lo de fuera», y el movimiento es infinito.
Y es que la dicha es una elección. Cada momento de toda nuestra vida puede ser feliz.
Así pues, es la vida misma la que planifica: a nosotros nos corresponde estar atentos para elegir bien, porque la vida toma con la misma facilidad que da.
Es cierto que a veces las circunstancias externas pueden estropear esta felicidad. Sí, pero la elección correcta permite sortearlas.
¿Y cuál es la salida ante las condiciones adversas? Elevarse a un plano superior, a una octava superior, para no dejarse arrastrar. El corazón señala la elección correcta con cada latido. Como dice Villa-Lobos: “El corazón es el metrónomo de la vida».
El corazón divide simétricamente la inhalación y la exhalación, independientemente de si se está consciente, alerta o inconsciente. De igual manera, tanto en la fortuna como en la desgracia.
Así es como llega un momento en nuestras vidas en el que, a través del proceso de maduración, podemos decir que la fortuna o la desgracia son, en cada latido, una cuestión de elección.
Entonces se hace posible practicar la enseñanza de Zoroastro o Zaratustra, cuando enuncia la base de su doctrina: «Piensa bien; habla bien; y actúa bien». Pero también podemos elegir siempre pensar mal, hablar mal y actuar mal.
De cualquier forma, el corazón, impasible, ¡siempre estará ahí, cumpliendo su papel de metrónomo de la vida!