La mayoría de la gente parece seguir el camino de su vida sin preocuparse mucho por los demás, excepto, quizás, por sus seres queridos y amigos. En casi todas las situaciones se hacen la pregunta: «¿Qué gano con esto?” Este es su filtro primario, es un nivel en la evolución. El yo desea asegurar su supervivencia. Sin embargo, si damos un paso hacia un nivel superior de consciencia, esta cuestión pasará a un segundo plano.
Puede que, en cierto grado, nos demos cuenta de que formamos parte de una vida única y universal que se manifiesta en las innumerables formas del mundo vegetal, animal y humano. La vida se experimenta a sí misma de muchas maneras. Cuando empieza a surgir como una consciencia más amplia dentro de nosotros, nos vemos cada vez más como parte de una gran estructura de vida, de un gran organismo. Nos vemos muy unidos.
Vamos a ver un árbol. Todos sus componentes, desde las raíces, el tronco, las ramas, hasta las hojas, las flores y las semillas, cada uno a su manera sirven al ser, al árbol.
Y considere las neuronas en nuestro cerebro: su número supera el número de estrellas en el universo. Sin embargo, todas ellas sirven a una persona, le hacen pensar, le hacen sentir, y experimentan el mundo a su alrededor. La vasta red de neuronas hace posible una sola consciencia.
Lo que, de esta manera, está «instalado» en la naturaleza, debe ser alcanzado por nosotros, seres humanos, con esfuerzo. Se puede comparar a la humanidad con un árbol o un cerebro, pero las «células» tienen que despertar individualmente. Cuando esto se avecina, hay una mayor disposición a servir al todo.
En lugar de la pregunta: « ¿Qué gano con esto?» se plantea la siguiente pregunta: « ¿Qué puedo hacer yo, en esta situación concreta, por el bien del conjunto?» El resultado es un nuevo crecimiento interno.
En todas partes vemos cómo la única Vida irradia a través de todas las formas. Nuestra existencia se vuelve rica y satisfactoria. La interconexión de todas las criaturas, las altas fuerzas de la consciencia que, en todas partes, como capullos, se apresuran a despertar y avanzar – se reflejan en nosotros. Los sentimientos de soledad se disuelven, estamos unidos en todo. En nuestro ser más íntimo, tomamos todo lo que nos encontramos en el exterior; lo llevamos con nosotros en nuestro camino hacia el origen de la existencia, que es la Vida única. Y así, todo adquiere un nuevo significado, porque todos los seres se reconocen con la ayuda de los demás. Nuestra forma de vida se vuelve inclusiva, integradora, siempre que sea posible. Se podría decir: ayudamos a otros; sí, pero todos estos otros somos también nosotros mismos.
