Un Juego de Vida

Creando espacio interior

Un Juego de Vida

Hace poco descubrí en mi ordenador un juego bastante intrigante. Un juego que consiste en un espacio vacío completamente rodeado por un muro de pequeños bloques, de varios bloques de altura y varios bloques de profundidad. Todos los bloques están codificados según su dirección, una sola dirección en la que se pueden mover para liberarse del muro. No es posible moverse hacia el espacio vacío interior, pero se puede ir en cualquier otra dirección, a menos que haya otro bloque en su camino. Tengo que admitir que este juego es, como todos los juegos de ordenador, considerablemente adictivo. Y en lugar de ser solo un juego, tenía la capacidad de tocar algo en mi interior, de estimular algún tipo de conexión interna.

Estudié el juego más de cerca, queriendo entender, al menos por mí mismo, la razón que lo hacía adictivo y su atracción interior. El objetivo del juego es eliminar, uno a uno, todos los bloques en un tiempo determinado. Una tarea nada fácil si se tiene en cuenta que se solo puede avanzar en dirección ascendente o descendente, o hacia el exterior de la pared y solo cuando hay acceso libre para hacerlo. En gran parte, el avance se ve obstaculizado por otros bloques y hay un límite de tiempo, por lo que hay que pensar con rapidez.

Mis pensamientos giraron en torno a la vida, nuestra rueda de la vida, un recorrido circular de una vida a la siguiente. Cada rueda de la vida, cada círculo, consiste en muchas, muchas experiencias, todas entrelazadas. Dentro de ese círculo, totalmente cerrado, un espacio aparentemente vacío y desconocido. Atravesamos ese círculo, vuelta tras vuelta, experiencia tras experiencia. La mayoría de las veces dejamos pasar la oportunidad, o la inclinación, de percibir lo que realmente podría estar ocurriendo. En el juego de ordenador hay «bloques especiales» que aparecen al azar, aparentemente de la nada, y que pueden eliminarse para crear un espacio a través del cual un bloque puede pasar al exterior. Los bloques no pueden entrar en el espacio interior, pero en última instancia el objetivo es crear huecos en la pared para permitir que el espacio interior llegue al exterior.

De vuelta a la vida. Estamos dando vueltas a través de nuestras experiencias cuando, de repente, aparece un «bloqueo especial», una circunstancia, ya sea positiva o negativa, agradable o estresante, que tiene el potencial de crear algo de espacio. Nos vemos impulsados a permitir que se produzca la circunstancia, es algo que no podemos cambiar. Para eliminar el bloqueo tenemos que observarlo, comprenderlo y liberar nuestra reacción ante él, nuestro apego. Y cuando, de esta manera, conseguimos eliminar el bloqueo, se crea un espacio. Un espacio que nos permite ver las cosas de manera diferente, un espacio en el que, a menudo, podemos liberar algún  que otro bloqueo. ¿Por qué si no se llaman bloques?

Seguimos dando vueltas alrededor del círculo quizás, al principio, no demasiado conscientemente. Aparece otro «bloqueo especial», tal vez varios, y nos vemos obligados a eliminarlos también de la misma manera, ya que impiden nuestro progreso. Seguimos viendo las cosas desde una perspectiva diferente, viendo la pesada carga que llevamos, reconociendo la necesidad de eliminar los bloqueos a medida que avanzamos. Nuestra carga se aligera a medida que avanzamos, aunque, a menudo, eliminar los bloques sea una tarea pesada en sí misma.

Los «bloques especiales» siguen apareciendo, aún no sabemos de dónde, pero parecen tener un propósito al ayudarnos a derribar, bloque a bloque, los muros que encierran ese espacio interior. Cada vez que conseguimos abrir un agujero en el muro, se crea un resquicio y nos volvemos más ligeros, más en contacto con el espacio interior cuyo origen sigue siendo esquivo. Un espacio que es diferente, distinto a todo lo que hemos experimentado anteriormente en nuestro círculo de vida. A medida que creamos más grietas, iniciadas por los «bloques especiales», sentimos que están relacionadas, conectadas con el espacio vacío interior, que nos elevan, crean una nueva realidad, aunque solo sea durante un breve periodo de tiempo. Y nos inspiran a seguir adelante, experimentando que los nuevos espacios creados estimulan realmente el proceso.

Hacia el final del juego de ordenador, cuando se han liberado la mayoría de los bloques, los restantes parecen soltarse espontáneamente, como si una fuerza invisible del espacio vacío, de nuestro interior, los dispersara sin ninguna intervención por nuestra parte, como hojas al viento.

Empezamos a percibir lo que nos sucede. Todos nuestros impedimentos, nuestros apegos, percibidos a través de nuestro cambiante estado de consciencia, se transmutan y desaparecen progresivamente a medida que avanzamos y nos encontramos inmersos, cada vez más, en una libertad y quietud interior y exterior. El espacio interior puede ahora empezar a irradiar, a unirse con el exterior, el exterior con el interior. En consecuencia, nuestro enfoque de la vida cambia y se nos permite entrar en un nuevo estado de vida, un estado renovado de consciencia.

Todo se convierte en uno y uno se convierte en todo.

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Fecha: noviembre 7, 2023
Autor: Pam Wattie (Australia)
Foto: Pawel Czerwinski on Unsplash CCO

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