Vivimos en un mundo que no solo son caminos (calles, carreteras, autopistas), sino también trayectorias de pensamiento, de sensaciones, de acción. Se nos puede sugerir un camino a seguir o podemos elegir seguir nuestro propio camino. Dar rienda suelta a nuestras emociones, o reprimirlas firmemente. Tenemos la libertad de pensamiento y, en cierta medida, la libertad de acción, ¿pero son realmente libertades? ¿No nos hacen girar en redondo? Tomemos el ejemplo de los sentimientos. Nuestros sentimientos, nuestras emociones pueden tomar diferentes aspectos. Existen miles de formas de expresarlos y los representan numerosos colores. Piense en el rojo de la cólera, en los azules de un humor cambiante («moody blues»), en los amarillos vivos de la dicha y de la alegría, en las tonalidades sombrías del miedo y de la depresión. Cada uno de nosotros tiene una expresión diferente y podemos exteriorizarlos por los cambios del corazón cada vez que una emoción nos invade.
Nuestros pensamientos también pueden ser observados de esta manera –las emociones ligeras y dichosas generan pensamientos despreocupados, mientras que las emociones sombrías dan lugar a pensamientos negros y sórdidos. La gama de pensamientos es amplia y sin fin, y podemos recurrir a todo un sistema complejo para expresar una infinidad. ¡Lo que siempre hacemos!
Si nos atrevemos a mirar más profundamente en nosotros mismos, descubrimos que nuestros sentimientos, nuestros pensamientos y nuestras acciones dimanan los unos de los otros, están relacionados entre sí, y que esto conduce a menudo a un conflicto interior. Nuestro corazón responde de una manera, nuestros pensamientos de otra, suscitando acciones confusas: así nace todo conflicto interior. Pero, ¿quién puede realmente ver esto en sí mismo? ¿Quién se toma el tiempo para reflexionar y ver qué pasa entonces? ¿No estamos todos generalmente corriendo, demasiado preocupados para encontrar el tiempo y mucho menos el deseo de poner la situación en «pausa», de observarla y preguntarnos por qué? ¿Por qué sentimos, pensamos, actuamos como lo hacemos? ¿Qué efecto tiene esto sobre nosotros, sobre los demás, sobre el mundo que nos rodea? ¿Cuáles son nuestras propias formas de caminar en este mundo?
Supongamos un momento que pueda haber otro camino diferente que todavía no se nos hubiese presentado o que no hubiésemos visto aún…
Está de moda hablar de «otra vía» – de otra ruta hacia la paz interior. Existen muchas, muchas propuestas de caminos hacia una pretendida paz –una multitud de maneras de pensar, de sentir y de actuar. ¿Pero acaso estas formas no pertenecen también a los caminos de este mundo, vías de las que dependemos para mantener una apariencia de paz interior? Una vez que abandonamos una de estas prácticas, todos los esquemas de pensamiento, tal o cual técnica de meditación… entonces nos volvemos a encontrar allí donde habíamos comenzado, perdidos en los senderos, en los caminos del mundo.
Debe de haber otra vía, si verdaderamente la paz interior debe ser encontrada, si existe una libertad absoluta. Y en efecto: ¡hay otro «camino» a recorrer! Y esta otra manera de caminar depende de una sola cosa: ¡de nosotros!
En este nuevo camino, siempre estaremos pensando, sintiendo y actuando, pero esta vez de una manera totalmente diferente, sobre una base completamente nueva. Esta nueva base tiene como punto de partida la constatación hecha anteriormente sobre nuestros condicionamientos de pensamiento, de sentimiento y de actuación; se trata de un punto de insatisfacción, de desilusión. Esta desilusión reside en la adquisición de consciencia de que las vías de este mundo no hacen otra cosa que mantenernos atados al mismo: ¡ni un pequeño sendero, ni una sola salida hacia la libertad! Quizá hayamos probado las numerosas alternativas mencionadas en nuestra búsqueda de una paz interior, pero todas ellas se ha revelado como caminos de imitación, que nos conducen al punto de partida. Ese mismo punto de la desilusión.
Entonces, ¿podemos encontrar esa otra verdadera «vía», la vía que conduce a una paz interior duradera?
Hemos buscado tanto, exteriormente, esta libertad escurridiza hacia la paz absoluta. Hemos probado de numerosas maneras y nos hemos dado cuenta de que nada aquí abajo, ninguno de esos caminos es capaz de satisfacernos, de satisfacer el deseo interior que se hace sentir incansablemente. Entonces, ¿en qué dirección dirigir ahora nuestra mirada? ¿Qué piedra no habríamos aún volteado?
¿Por qué no ponerse en camino hacia el interior de nosotros mismos, único camino inexplorado? Si nos atrevemos a hacer esto, ¿qué podríamos encontrar? ¿Podría haber un deseo ardiente, una profunda aspiración a cualquier otra cosa -invisible, indescriptible, no identificable- sin embargo algo que existe desde hace mucho, mucho tiempo? En este nuevo camino, lentamente, discernimos una realidad diferente, otro camino que no habíamos reconocido antes. ¡Y, entonces, descubrimos que no estamos solos!
En cada uno de nosotros, este descubrimiento tomará un aspecto diferente, las cosas que descubriremos serán únicas para cada persona. Pero cuanto más proseguimos este camino, más nos encontraremos compañeros de viaje, yendo todos ellos en la misma dirección, hacia la misma paz interior, pero individualmente, a su propia manera, sobre su camino de vida personal. Como los semejantes atraen a los semejantes, se forman comunidades de almas y en todo tiempo se pueden encontrar tales grupos de mujeres y de hombres.
Todos somos individuos, pero nuestro camino común, el mismo camino de liberación que seguimos, nos mantiene juntos, construye una unidad. Y cuando un grupo de seres unidos en este camino se reúne, comparte juntos verdaderos tiempos de intercambio y de reunión, en un mismo impulso de esfuerzos interiores sinceros, algo se desarrolla, algo irradia sobre toda la humanidad.
Se abre un nuevo camino para la humanidad, un camino que se practica en el mundo y que, sin embargo, está por naturaleza fuera del mundo. Se trata de una extraordinaria vibración superior, capaz de tocar a cualquiera que esté cansado de los viejos esquemas, de los accionamientos sin salida.
¿Le tocará a usted esta vibración?
¡Sea valiente! ¡Siga este nuevo camino y vaya adónde le lleve!