Friedrich Hölderlin. La mitad de la vida

El breve poema "La mitad de la vida" se acerca a la verdad de la vida del poeta “Lo que permanece lo fundan los poetas” (Hölderlin: Memento)

Friedrich Hölderlin. La mitad de la vida

Friedrich Hölderlin nació el 20 de marzo de 1770. Este año celebramos su 250 aniversario. Murió el 7 de junio de 1843. Esta época está considerada la «Edad de Oro» del Clasicismo alemán; el poeta fue uno de los últimos grandes clásicos.

¿Dónde encontramos la verdad? ¿En la religión? ¿En la filosofía? ¿En el arte? ¿O solo en la «vida desnuda»? Para encontrar la verdad sobre un artista, ¿tenemos que buscar en su biografía? ¿ En sus obras? Veámoslo más de cerca.

La vida de Hölderlin

¿Qué sabemos de él?

Hölderlin creció en la pequeña ciudad de Nürtingen, en el valle del Neckar; tuvo  una infancia feliz y soñadora, profundamente inmersa en el exuberante esplendor de la naturaleza: «Me crié con el melodioso susurro de la arboleda, y aprendí a amar entre las flores. Crecí en los brazos de los dioses». Siguieron años de rigor en la escuela del monasterio de Maulbronn; también estudió teología protestante en el monasterio de Tubinga. Luego se apartó de todo ello. No quería ser pastor, como esperaba su madre; su profunda religiosidad, alimentada por su propio manantial interior, no se lo permitía; era incompatible con la rigidez del dogmatismo protestante.

Se suceden años de incesantes viajes, con diversos empleos como tutor. En la casa del banquero Jakobus Gontard, en Frankfurt, a cuyo hijo enseña y educa, conoce a la esposa de este, que es la personificación misma de su compañera perfecta.  Susette: graciosa y santa como una sacerdotisa del amor, como tejida de luz y aire, tan espiritual y delicada. La Diotima de Hiperión. Pronto los dos están unidos por un amor sincero y entusiasta. El destino les concede dos años, luego la traición; Hölderlin se ve obligado a marcharse. Al principio, permanece cerca de ella, con encuentros fugaces y poco frecuentes y un rápido intercambio de cartas dolorosas. Finalmente, Hölderlin se aleja. De nuevo se desplaza de forma inestable, viviendo con amigos íntimos. Entonces percibe un cambio incipiente en su interior: “Ay, amoroso espíritu familiar, lejos de ti, qué desgarrador, todos los espíritus de la muerte tocan para mí las cuerdas del corazón”.

Con el tiempo, sus amigos también se dan cuenta de su estado. Aún con la mente lúcida, testigo de su propia caída, Hölderlin desciende al delirio. Y, sin embargo, sigue creando, decidido, sin reparar en sí mismo. Escribe largas elegías e himnos, sus obras más grandes y profundas : la oda Patmos, Fiesta de la paz , su gran visión de la segunda venida de Cristo y, finalmente, el breve poema La mitad de la vida.

Al enterarse de que Susette ha muerto, la conmoción le sume aún más en la locura. A los 36 años, es internado en el hospital psiquiátrico de Tubinga y, al año siguiente, el carpintero Zimmer, gran admirador de su Hiperión, lo acoge en su casa hasta su muerte. Durante 36 años vive en una pequeña torre sobre el río Neckar, en un estado de enajenación mental, interrumpido ocasionalmente por momentos de claridad luminosa. Allí muere.

Con peras amarillas

y llena de rosas silvestres,

la orilla cuelga sobre el lago.

Vosotros, hermosos cisnes,

sumergís ebrios de besos la cabeza

en la sagrada sobriedad del agua.

¡Ay de mí! ¿Dónde encontraré flores

llegado el invierno? ¿Dónde

el espejo del sol

y las sombras de la tierra?

Los muros permanecen

mudos y fríos. En el viento

chirrían las veletas.

El poema apenas requiere interpretación, tan cercano está a la verdad de la vida de Hölderlin. Pero fijémonos en la resolución artística. No hay un «yo» en esta autobiografía lírica; el autor permanece velado, todo se convierte en sonido (o resonancia), en símbolo:

«Con peras amarillas
y llena de rosas silvestres
la orilla cuelga sobre el lago.»

Hölderlin evoca la opulencia de la naturaleza y la belleza de sus dones: la orilla «cuelga» sobre el lago, el cielo y la tierra se tocan.

«Vosotros, hermosos cisnes,
Sumergís ebrios de besos la cabeza
En la sagrada sobriedad del agua”.

Ahora es el poeta quien habla, el «cisne cantor».
«Ebrios de besos»:
El poeta está ebrio de besos, de bendiciones de la vida, de corazonadas de lo trascendental.
Se sumerge en las corrientes del éter celestial, purificador, divino. Pero entonces:

«¡Ay de mí!»

¡Un grito! El destino se derrumba, el bardo es amenazado por la mudez, el cisne, él, que se bañó en las corrientes celestiales.

«¿Dónde encontraré
flores, llegado el invierno,»

… cuando la locura lo venza …

«¿Y dónde el espejo del sol
¿Y la sombra de la tierra?»

¿Dónde se supone que va a ir sin la plétora de la vida, la graciosa interacción de los acontecimientos?

«Los muros permanecen
fríos y mudos»

¿Adónde puede ir, privado del diálogo íntimo con lo celestial? ¿Y el muro? Aún no es el final.

«En el viento chirrían las veletas».

Más allá del muro, aguarda la locura.

¡Qué poema, qué concentración de una vida de 73 años en 14 líneas! La verdad de su vida está completamente contenida en él.  Y, sin embargo, no dice nada sobre quién vivió esta vida y escribió este poema. Un ejemplo de cómo la verdad  se muestra en el arte, pues transmuta lo concreto y lo eleva a lo impersonal y, así, a lo imperecedero.

Traducción: Thomas Schmidt                                                                   
Traducción del poema: Richard Sieburth

Print Friendly, PDF & Email

Compartir este artículo

Publicar información

Fecha: agosto 1, 2023
Autor: Almut Klempt (Germany)
Foto: Hedwig Storch on Wikipedia

Imagen destacada:

Relacionado: