Diario 1
Nada funciona de momento.
Solo los pájaros se atreven
en este escaparate de mudos.
¿Es o no un silencio?
Ya era hora, dice la tierra,
de que os callarais un poco,
de que por un instante palpéis
el hilo que nos une:
la música de los cómicos ambulantes,
las diminutas voces del cielo,
la rosa de nadie,
el bullir eterno de las criaturas del aire.
Todo ha dejado de funcionar
para que todo funcione.
Diario 30
Paseo en bicicleta con Antonio Vivaldi.
Ya no distingo entre los pájaros del auricular
y los pájaros de verdad.
Aunque el día es gris y solo brillan los charcos,
quién diría que no es primavera.
Pedaleo en el circuito breve que conceden
los tiempos, y pronto aflora la armonía
en las músicas cruzadas de afuera y adentro;
también en los pensamientos que se enredan
y se desenredan como el jazmín y la madreselva.
El amarillo persigue al rojo, el rojo al verde,
al violeta, al gris del cielo…
Diario 35
Me gustan todos los momentos del día.
Son testigos inocentes de la luz y son su cuerpo.
Si hubiera algo fuera de lugar, buscaría
su corrección inmediata y volvería a su cauce.
Todo fluye, pero en una mano se detiene el agua,
en una piedra.
Tú te detienes unos instantes a soñar,
y vuelves con otros sueños a rodar otra escena,
bajo el árbol de siempre.
Hay un final feliz en el acontecer de todos
los días.
Diríamos que la luz llega a todas partes
y se detiene especialmente en cada cosa.
La llama por su nombre.