Filosofía en tiempos de tribulación – Parte 4

"Antepasados" e inmunidad

Filosofía en tiempos de tribulación – Parte 4

A la parte 3

La confusión durante la actual crisis vírica me recuerda mucho al investigador médico y virólogo estadounidense Jonas Salk (1914-1995).  ‘Salk’, ¿te oigo preguntar?  Sí, Jonas Salk, que en 1955 desarrolló la vacuna contra la poliomielitis que salva vidas. La poliomielitis, o parálisis infantil, una enfermedad que provocaba síntomas de parálisis y deformidad, y que no pocas veces causaba la muerte, era en aquella época un horror temible que afligía a la humanidad con hasta medio millón de víctimas al año.

El Dr. Salk se centró en desarrollar una vacuna eficaz contra la poliomielitis durante muchos años, cuando se enfrentó personalmente a una aterradora oleada de víctimas de la poliomielitis en su hospital de Pittsburgh. Uno de sus compañeros de trabajo escribió que era casi imposible que el Dr. Salk saliera del hospital por la noche sin pasar por una sala de espera llena de niños llorando, afectados por la polio y desesperados por recibir ayuda. Los padres se le acercaban llorando, implorándole,

por favor, salve a nuestros niños.

Había que ser extremadamente «frío» para no verse afectado. Desde su infancia, Salk siempre estuvo motivado e impulsado a salvar la vida de las personas. Rezaba todos los días para poder hacer algún bien a la humanidad, lo que le valió el cariñoso apelativo de «pequeño Jesús» por parte de sus hermanos.

Su carácter era indistinguible de las ma’asim tovim morales, las buenas acciones que dentro del judaísmo son los factores determinantes de la propia identidad. Para Salk y muchos de sus colegas, el problema del mal no era sólo un enigma teológico, sino un impulso imperativo para disminuir y, en última instancia, prevenir el sufrimiento humano.

Después de muchos años de arduo trabajo y dedicación, el Dr. Salk presentó finalmente su vacuna de ensayo, sólo para ser recibido con desprecio y burla por parte de muchos en la comunidad científica, rechazando su éxito con todo tipo de argumentos endebles.

Administrará la vacuna bajo su propio riesgo,

era un comentario habitual. Sin embargo, el Dr. Salk no se dejó intimidar y, con un valor inquebrantable, siguió adelante.

Puedo asegurar que dormí poco en las semanas siguientes a las inoculaciones del primer grupo de niños,

confesó al reflexionar sobre aquel acontecimiento. Pero su fe se demostró estar bien fundada, cuando el tiempo demostró la eficacia de la vacuna, y millones de niños se salvaron de las consecuencias de una terrible enfermedad.

El Dr. Salk acabó siendo alabado como hacedor de milagros, no sólo por su descubrimiento, sino también por su empatía y capacidad para ayudar a la gente en las pruebas más duras;

Tuve mis sueños y tuve mis pesadillas; y he conquistado mis pesadillas a través de mis sueños.

Jonas Salk

Salk nunca buscó una patente para su descubrimiento, sino que lo dio libremente al mundo.  No deseaba la fama ni la gloria, sino que sólo quería servir a las generaciones presentes y futuras. Esto estaba en consonancia con la filosofía y el deseo de su vida personal de ser sólo un «buen antepasado», un término que él mismo acuñó. Se le cita diciendo:

Si queremos ser buenos antepasados, debemos demostrar a las generaciones futuras cómo debemos afrontar los tiempos de grandes desafíos y adversidades, y cómo ser más fuertes gracias a ello.  También debemos preservar nuestra fe en la humanidad, transmitiendo a las generaciones futuras los tesoros que hemos desenterrado, al igual que nosotros recibimos los tesoros de las generaciones pasadas.

Al repasar su vida y su carrera, podemos ver que Salk se distanció gradualmente de los  enfoques médicos y farmacéuticos más ortodoxos que había utilizado inicialmente como médico. Se había convertido en su firme creencia de que sólo un enfoque holístico de la enfermedad, que incluyera las disciplinas integradas de la medicina, la biología y la filosofía, podría proporcionar una eficacia para tratar las dolencias que sufría la humanidad.  Según él, este enfoque libera una energía desenfrenada para el crecimiento humano.

Jonas Salk:

Sólo los ancestros (practicantes) que están inspirados por la chispa divina pueden hacer este trabajo de curación. Esa es una chispa que enciende una gran llama de comprensión, y libera un poder para cambiar la vida en una dirección que todo humano ha esperado durante mucho tiempo.

Tanto nuestro caótico mundo actual como el futuro del mañana necesitan urgentemente «ancestros» como Jonas Salk; personas que quieran vivir abiertamente bajo la inspiración de esa chispa divina. Necesitamos personas que, con respeto a nuestros hijos y nietos -nuestros guardianes del futuro-, sean capaces de contribuir a la construcción de una solidaridad global basada en un entendimiento amplio y mutuamente compartido.

¡Personas que, de este modo, consiguen mucho más que cualquier vacuna solitaria!

contínua en parte 5

Referencias:

1] Algis Valiunas, Jonas Salk, el científico del pueblo, Cómo el hombre que venció a la polio se ganó el amor del público, pero nunca el respeto de sus compañeros, The New Antlantis Verano/Otoño 2018

2] Roman Krznaric, El buen antepasado (Penguin Random House 2020)

 

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Fecha: marzo 16, 2021
Autor: Dick van Niekerk (Netherlands)
Foto: Anna-Shvets / pexels CCO

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