Bendito eres tú, que estás avanzando por el borde, viviendo en el filo de la navaja. Tus sentidos están afinados y activos a alimentos más sutiles – sentidos que no estarán completamente influidos por las luces brillantes y el glamur de tu cultura. Ves más allá de los medios de comunicación. Ningún objeto externo puede satisfacer tus aspiraciones. Te has convertido en un extraño, extraño al mundo. Ya no exploras tu territorio con entusiasmo; lo exploras centrado en tu recuperada soberanía. El suelo que pisas es el suelo de la experiencia para desarrollar cualidades que te permitirán vivir en absoluta libertad. Eres el loco del rey que puede permitirse contarle su locura. Tú eres su espejo y él es tuyo. Y tu reino está al otro lado de su mundo. Dichosos vosotros, que alimentáis vuestros sueños y deseos, ideales y utopías, que tarde o temprano, como dice Goethe, cobrarán vida. Benditos sois vosotros, que os desprendéis del miedo de ya no ser robots en la máquina social, clones sin mente marchando obedientemente al ritmo de otro. Benditos sois vosotros, que os despedís del Carnaval Humano, para quitaros la camisa de fuerza y contemplar su belleza interior. Benditos sois vosotros, que ya no os dejáis engañar, sino que más bien descubrís, examinando todos los aspectos de la materialidad y el pensamiento, que Maya es la base de la ignorancia. Benditos sois vosotros, que finalmente, impulsados interiormente por la palabra y la acción, sois llevados a la armonía con este reino, fuera del alcance de toda ilusión y de las imposiciones del lenguaje. Bendito, sí, bendito, hermano, hermana, que mantienes un ojo abierto para que otros corazones puedan renacer en la realidad detrás de la apariencia. ¡Sí, caminemos en el conocimiento alegre de la orilla, en el viento fuerte, en el borde del mar abierto!
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