Hoy día, para cualquier persona de nuestro planeta, especialmente para quienes son jóvenes, todo parece hacerse con prisa: ir aquí o allá, conseguir esto o aquello, ver un espectáculo, visitar a un amigo, comprar algo, comer, ponerse al día en algo o alguien por internet. Las «oportunidades» son infinitas. Nunca parece haber tiempo suficiente para hacerlo todo y cada vez hay más «cosas» que hacer. Parece que se nos empuja cada vez más rápido, cada vez más duro, cada vez más intensamente.
¿POR QUÉ?
En nuestro planeta, en medio de toda esta prisa y, sin duda, como consecuencia de ella, sufrimos pandemias recurrentes, enfermedades varias, desastres naturales, traumas personales, accidentes, guerras, etc. Todo ello nos obliga a veces a detenernos, aunque solo sea para reflexionar un instante.
¿POR QUÉ?
¿Existe un camino, una mirada sobre el mundo que pueda ofrecernos una vida sin prisas y no a marchas forzadas? Cada vez son más las personas que se hacen esta pregunta, que llevan tiempo haciéndosela. Cada vez más personas buscan un camino hacia la libertad.
Podríamos considerar que ya estamos en camino, un camino de búsqueda de respuestas a muchas cosas y, de hecho, lo estamos; y lo hemos estado durante gran parte de nuestra vida. Posiblemente desde que respiramos por primera vez. Hemos buscado todo tipo de cosas: posesiones materiales, felicidad, independencia económica, alegría y paz, la pareja perfecta, y así sucesivamente. A veces sentimos que hemos encontrado lo que buscábamos y sentimos satisfacción durante un tiempo. Y luego, como siempre, llega la constatación, a veces acompañada de una gran decepción, o tristeza, o incluso rabia, de que no ha sido en absoluto lo que buscábamos. Y la búsqueda continúa o se detiene. Así que sí, hemos estado buscando, muy activa y sinceramente, pero siempre en el mundo externo, fuera de nosotros mismos.
Para otras personas, el camino implica un viaje espiritual. Y en ese viaje puede llegar un momento en que empecemos a oír hablar de la necesidad de un camino interior para encontrar la libertad. Pero, ¿Dónde está ese camino interior, dónde empieza? ¿A dónde conduce?
Si una búsqueda es inútil, conduce aparentemente a la nada, y al final y con suerte la persona que busca se da por vencida. Se da cuenta de que el tesoro buscado no se encuentra de esa manera. Si la siguiente búsqueda, y la siguiente, y la siguiente… conducen al mismo resultado, quien busca abandonará todo intento o se preguntará: si no es por ahí, ¿Dónde más busco? ¿Qué más queda? ¿Dónde no he buscado todavía?. Tanto el abandono de la búsqueda, como su cuestionamiento, pueden conducir al mismo punto: la comprensión de que el único lugar que queda por buscar es uno mismo. ¡Territorio inexplorado! Un lugar que nunca hemos pisado. Por supuesto.
Volviendo a nuestras preguntas iniciales: ¿Qué es el camino interior, por dónde empezar? Estamos en el comienzo de una búsqueda interior cuando decidimos que la búsqueda exterior en medio de las prisas ha sido infructuosa. Sí, puede que nos haya aportado muchos conocimientos, pero no una sensación de libertad, de libertad interior. Seguimos muy atados a la tierra, seguimos formando parte de la prisa. ¿Y adónde conduce el nuevo camino? Pues conduce a esa misma libertad, a liberarnos de la prisa y de nuestras muchas ataduras en este mundo. Para alcanzar esa libertad, tenemos que liberarnos de esas ataduras, y así comienza la siguiente etapa de nuestro viaje. Hemos creado esas ataduras o apegos a lo largo de nuestra vida, consciente o inconscientemente, así que en cierto sentido los conocemos bien. Ese es el primer paso para desprendernos de ellos. No podemos soltar algo si no sabemos lo que es, o cómo llegamos a conectar con ello, de lo contrario no podremos percibir la prisa de la vida. Así que, al recorrer nuestro camino interior, primero tenemos que desenredar los nudos exteriores que hemos creado, soltarlos y seguir adelante. Suena fácil, ¿eh?. Y puede serlo, siempre y cuando, por cada nudo desenredado y liberado, seamos capaces de seguir centrados en el verdadero propósito de nuestra búsqueda. Por supuesto, nos daremos cuenta de que esto no siempre será posible. El camino iluminará muchos aspectos de nosotros mismos que no siempre son admirables, por lo que a veces hará falta valor para perseverar. Pero, al mismo tiempo que estas cosas se revelan y se superan, llegaremos a ver algo más, otro espacio que emerge, uno que quizás ha estado muy dormido durante algún tiempo.
Se nos anima a dejar crecer ese algo interno, dándole cada vez más libertad.
Viéndolo desde una perspectiva general, nos estamos desprendiendo de nuestros apegos, reduciendo nuestra conexión con el plano terrenal y empezando a conectarnos con otra dimensión o vibración. Una vibración que no se origina en el plano terrenal.
A medida que apagamos progresivamente una llama, otra puede encenderse y crecer. Y, a medida que lo percibimos, comenzamos a anhelarla, cada vez más. Ese es nuestro camino interior, diferente para cada uno pero, a la vez, es el mismo camino para todos. Hay mucha gente recorriendo este camino, nunca estamos solos en esto.
¿Hacia dónde conduce el camino? ¿Qué es lo que siempre has buscado? La respuesta a ambas preguntas está dentro de ti, es exclusivamente tuya. Siempre ha estado ahí, esperando en silencio. Así que da tu primer paso con la confianza de saberlo, ¡y viaja confiado y alegre!