Palabras reconfortantes

Si no eres capaz de salvarte, abandonarte, solo ten cuidado de no perder a Dios - Jan Amos Comenio

Palabras reconfortantes

Cuando se experimentan dificultades en la vida, uno generalmente se detiene y se hace preguntas. Surgen muchas preguntas. A menudo uno es incapaz de explicar su situación en absoluto. La mente se detiene, como si estuviera de pie frente a una pared alta que no es posible cruzar o sobre la que no es posible saltar.

Solo después de un cierto período de estancamiento vacío y en una presunta ignorancia, pueden aparecer cierta visión y conocimiento. Mirando hacia atrás, uno encuentra que todo lo que le sucedió no fue un accidente, sino el resultado de situaciones anteriores que no había sido capaz de ver. Ahora, mirando hacia atrás, puede verlos.

Y tal vez también experimenta y siente que no hay nada aleatorio en la vida, que de alguna manera todo está controlado por una inteligencia superior, un plan superior.

Al igual que en los relojes antiguos, hay ruedas pequeñas y grandes y un relojero que ensambla y repara el reloj; por ejemplo, cuando se rompe un resorte.

Tal experiencia interior de la existencia de un plan superior, en el que nuestras vidas están incrustadas, amplía los horizontes. Internamente podemos dar un paso atrás y salir de la insignificancia de nuestras vidas y experimentar ser parte de lo Grande.

Podemos experimentar que todo tiene sentido y el plan proporciona seguridad, a pesar de que nosotros mismos hemos perdido todas las certezas.

Se siente como si las palmas de unas  manos cálidas acabasen de tomar del suelo un pequeño pájaro asustado que acaba de caer de su nido, temblando por la caída, inseguro y confundido. Y esas palmas irradian calor y un abrazo seguro.

Las palabras de Jan Amos Comenio en su obra Unum necessarium (Lo único necesario) también son reconfortantes:

En estos principios se resume su sabiduría espiritual:

  1. No cargarse con nada que exceda las necesidades de la vida; contentarse con unas pocas cosas que nos aporten comodidad, y alabar a Dios.
  2. Si faltan las comodidades, contentarse con lo estrictamente necesario.
  3. Si incluso esto es arrebatado, tratar de mantenerse a sí mismo.
  4. Si ni a sí mismo puede mantenerse, abandonarse, procurando solo no perder a Dios. Ya que quien tiene a Dios puede carecer de todo, pues con Dios y en Dios posee, para la eternidad, su sumo bien y la vida eterna. Y en esto está, de todos los deseos, el…

                                                                              …FIN. [1]

Uno aprende gradualmente que puede abandonar aquello a lo que se ha aferrado tanto.

Se experimenta que lo que se va ya no es uno mismo.

Y ve que nunca fue realmente él.

Ve cómo su máscara de rol social se desmorona y se cae.

Se miran las grietas en las relaciones con los más cercanos.

 También se ven viejas ilusiones marchitas acerca de uno mismo, que se desprenden como el lápiz labial de ayer de los labios que quieren decir la verdad.

Se queda, solo por un momento, desnudo, sin nada.

Se encuentra en un momento tranquilo y las conocidas palabras «Ser o no ser» palpitan en su sangre y están suspirando en la médula de los huesos.

Pero justo en el mismo momento en que el deseo de la verdad, de la vida pura, se rompe en su pecho, las alas de un fénix renacido tiemblan dentro del alma.

Y el hombre se detiene, con las manos vacías…, y el fénix se eleva hasta las nubes, batiendo sus alas.

Se siente parte de un plan superior.

Se ve que tiene un papel en la plenitud divina.

 Es guiado por la sabiduría divina.

Experimenta el consuelo del amor divino.

 Esperamos en paz para que llegue lo nuevo, porque algo de su esplendor y majestad nos sacude inaudible y alegremente.


[1] John Amos Comenio: Lo Único Necesario, Fundación Rosacruz, Zaragoza, España, pág. 139.

 

 

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Fecha: septiembre 1, 2020
Autor: Olga Rosenkranzová (Czech Republic)
Foto: Daniele Levis Pelusi on Unsplash

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