Europa – una aventura

Detrás del himno de Europa se esconde la idea de una persona que deambula por el "pabellón estrellado". El mensaje de una sabiduría universal, la alquimia, fue plantado en el centro de una comunidad de estados a través del himno.

Europa – una aventura

Europa es un lugar de naciones unidas y es mucho más. Detrás del himno de Europa se esconde la idea de un hombre que deambula por el «pabellón estrellado», mientras se enfrenta a su anhelo de una identidad divina. Con este anhelo, busca una fuente que lo sostenga todo desde fuera del firmamento estrellado. La creación de un concepto de humanidad alquímico-hermética a través del himno europeo en medio de una comunidad de Estados, es una aventura emocionante.

Friedrich Schiller describe a esta persona en su poema «Oda a la alegría». Algunas partes de ella fueron más tarde incorporadas por Ludwig van Beethoven en el último movimiento de la novena sinfonía. El tema principal de este movimiento fue proclamado en 1972 himno europeo por la comunidad internacional.

Un himno es un canto de alabanza: el himno europeo elogia al ser humano y lo declara un héroe especial. Sería interesante imaginar cómo podría ser una Europa llena de tales héroes. Podrían levantar el mundo de sus bisagras, en base al hecho de que idealismo y realidad no pueden coexistir. Precisamente, el hecho de que en nuestro mundo la realidad y el idealismo no coinciden, impulsa el desarrollo. Innumerables enfoques culturales abordan este desafío en el desarrollo humano, uno de los cuales es la alquimia. Aunque hoy casi se ha olvidado, ha acompañado a la humanidad con su sabiduría universal durante miles de años.

Quien se ocupa más intensamente de la alquimia y está familiarizado con la tradición del pensamiento hermético que la sustenta, ve en ella una fuerte corriente espiritual que forma parte íntegra de la tradición cultural europea. Para la gente racional y, a veces, superficial de hoy, una historia sobre alquimia probablemente comenzaría como sigue:

 Alquimia y producción de oro

El alquimista vivía en una casa oscura al final de la calle, nadie lo conocía bien, y muy pocas veces llegabas a conocerlo. Pasaba la noche recogiendo plantas o guijarros durante la Luna llena. Se decía que trabajaba para el Rey, porque el laboratorio y la casa donde trabajaba pertenecían al palacio. Allí se hacía oro para el rey. La gente se burlaba de él, ya que se había oído hablar de estas artes, pero nadie lo había logrado. Sin embargo, algunos se escondían alrededor de la casa por la noche con ojos codiciosos…

Aún hoy, muchos sonríen cuando escuchan hablar de alquimia; hubo muchos «hacedores de oro» en la Edad Media y en el Renacimiento. Buscaban febrilmente la piedra filosofal para hacerse ricos.

Hoy tenemos grandes sistemas financieros mundiales y todos los días los medios de comunicación mencionan el precio del oro. Las reservas de oro desempeñan un papel fundamental en el sistema moderno de «hacer oro», y el sistema financiero forma parte del corazón de Europa. El ser humano es más sobrio hoy en día, pero ¿ha superado la codicia por el oro?

Los escándalos de los sistemas financieros nos muestran que la codicia por el oro no lleva más que otro abrigo. Más personas que nunca se han dedicado a producir «la forma más baja de oro». Y muchos de ellos tienen mucho más en común con el charlatán alquimista de antaño de lo que les gustaría admitir.

La esencia espiritual

El alquimista serio de pensamiento hermético maldijo la «producción de oro» porque desacreditaba la ciencia universal. El hermetismo combina astronomía, astrología, arte, ciencia, filosofía y religión en un sistema de aplicación práctica. Para ellos, la «Piedra Filosofal» era un estado particular del alma del que podía surgir oro espiritual o superior. Jung, en particular, puso de relieve el aspecto anímico- espiritual de la alquimia en el último siglo. Destacó que los escritos alquímicos están llenos de imágenes y símbolos.

“Toma el dragón y deja que devore al Sol y a la Luna.”- Quien lea esto en una antigua escritura alquímica, primero debe poder ver la imagen y después decidir si está buscando una solución química o una solución espiritual. Puede ver en el dragón el ácido que disuelve el oro y la plata, pero también puede verlo como un poderoso ser espiritual humano. En este último caso, el símbolo del dragón es la ambigüedad. Puede significar tanto el alma codiciosa de oro del materialista, el dragón oscuro y malvado que devora oro y plata, como el dragón de oro transformado que levantó este mundo de sus bisagras devorando el Sol y la Luna.

Primero veremos al dragón caído y malvado y luego al dragón dorado redimido. Éste es el símbolo del hombre que se sumerge en la paz. Él entra en el santuario celestial que protege el mundo entero del «dragón oscuro o malvado». El dragón es el símbolo del ser humano terrenal y del ser humano celestial. Incluso en la novena sinfonía de Beethoven, basada en el poema de Friedrich Schiller «Oda a la Alegría», encontramos  el hombre celestial. El aspecto terrenal o material del alquimista lo encontramos a diario en nuestros sistemas financieros. Ambos mundos se reflejan en la naturaleza humana porque es doble.

La esencia de la alquimia

La esencia de la alquimia también es doble y, como el alma humana, está simbolizada por los dos dragones. A los dos distintos reinos de alma corresponden dos tipos de percepción. El hombre celestial ve el mundo de manera diferente:

“Podemos pensar en el mundo como si estuviera hecho de una sola sustancia primordial, con diferentes vibraciones. La diversidad de estas vibraciones es la base de todas las formas visibles e invisibles.”

Con esta breve declaración, el teósofo Franz Hartmann resume la naturaleza de la alquimia. En este punto de vista, no sólo se muestra una ciencia, un instrumento para hacer oro a partir de metales comunes. Se trata, sobre todo, de una determinada actitud hacia la vida y de una visión del mundo en el que lo eterno se hace visible a través de la formación de formas. Este tipo de alquimia permite a los seres humanos captar «lo que mantiene al mundo unido». Simbólicamente es el dragón dorado que custodia el dragón oscuro. El Dragón Dorado transforma al ser humano y lo lleva al santuario celestial.

Esta doble visión de la alquimia tiene sus raíces en el pensamiento hermético. El primer alquimista y, al mismo tiempo, padre de todos ellos es Hermes Trismegistos, «Hermes el tres veces grande». La investigación moderna supone que el nombre es sólo un seudónimo, bajo el cual generaciones de filósofos han publicado sus pensamientos.

El objetivo final de la alquimia es hacer la Piedra Filosofal. Construida en el corazón del ser humano, en ella se concentra la sabiduría suprema del hombre celestial. La alquimia es un puente entre dos mundos. La Piedra Filosofal hace que los poderes del hombre celestial en nuestro mundo sean tangibles como pensamientos, palabras y símbolos. Con la Piedra Filosofal comienza la transformación de nuestro ser terrenal, y junto al pensamiento «horizontal»,  el pensamiento «vertical» se vuelve discernible. En este momento, el ser humano se encuentra en un umbral en el que no puede seguir ignorando los profundos interrogantes fundamentales de su existencia.

Pensamiento vertical y pensamiento horizontal

El escritor húngaro Sándor Márai, en sus observaciones sobre el cielo y la tierra, describe al ser humano dual:

“El ser humano promedio, el pensador de mente estrecha y cómodo, ve y siente el mundo horizontalmente. Una persona con el valor suficiente para entender la realidad ve el mundo pequeño y el mundo grande verticalmente. Las dos visiones nunca son coincidentes, pero chocan en algún punto de intersección. Este punto de intersección a veces es la cruz y a veces la pira.”

(Sándor Márai, Cielo y Tierra, Múnich, 2001)

El alquimista que persigue el oro material tiene mucho en común con el ser humano que piensa horizontalmente. Solo cree en lo que puede captar sensorialmente, y todo lo demás rápidamente es expone al ridículo. Busca el reconocimiento, el poder, la fama, la riqueza y una vida tranquila. Las personas que piensan verticalmente se ocupan de las cuestiones fundamentales de la vida. No solo examinan en nuestro mundo la estructura cuantitativa de la materia, como hoy estamos acostumbrados a hacerlo en la ciencia, sino que también les interesa los contextos que llamamos vida, en su calidad y sus patrones de transformación.

El rostro moderno de Europa

La visión del alquimista que piensa verticalmente no juega ningún papel perceptible en la Europa actual. El corazón de Europa está formado por sistemas económicos y financieros que compiten entre sí. Términos técnicos como guerra comercial, adquisición hostil, etc., muestran el carácter de este corazón. La codicia por el dinero o el oro y el «oro más bajo» prevalece. Son las consecuencias de una visión materialista de la realidad.

El himno europeo y la alquimia espiritual

Sin embargo, esta visión no es la única. Según Paracelso, en el trabajo de laboratorio, existe la alquimia inferior y – basada en la filosofía hermética – la alquimia superior. Ninguna de ellas es posible sin la otra.

También Europa, con sus sistemas financieros y sus actividades sociales cotidianas, conoce la alquimia inferior. La alquimia superior se expresa en la concepción masónica y alquimista del ser humano  que subyace en el himno europeo. El himno coloca a la gente en el centro de la sociedad.

Alegría, Luz Divina,

del Elíseo dulce lar,

inflamados alleguemos

Diosa, a tu celeste altar.

Une otra vez tu magia

a quienes separó el rigor.

Fraterniza el orbe entero

 de tus alas al calor.

En su oda a la alegría, Schiller describe el pequeño mundo del ser humano, hecho de cielo y tierra, dominado por el pensamiento horizontal. Al mismo tiempo, describe el mundo que está encima del firmamento estrellado  con su “cielo sobre el cielo”. Percibir este cielo sobre el cielo es el objetivo del ser humano que piensa verticalmente. Como viajero del cielo, recorre el firmamento para despertar y volverse consciente en otro mundo.

¿Cuánto tiempo tarda una persona en abrirse al pensamiento vertical? ¿Qué pasa cuando el pensamiento vertical rompe la estructura de la experiencia horizontal? Al europeo que vive en una sociedad moderna y es confrontado con la imagen de un ser humano celestial en el himno, cada día se le abren dos puertas. Él mismo es el punto de intersección de estos dos mundos, así que una y otra vez en su vida se encuentra, una vez más, ante la cruz que lo eleva al cielo, y otras frente a la hoguera que quema todo lo que no es compatible con el verdadero ser humano.

 

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Fecha: enero 29, 2020
Autor: Heiko Haase (Germany)
Foto: Alexander and Franz Kinader via Pixabay CCO

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