Contexto del trabajo iniciático en la actualidad -Parte 2

La recuperación de un concepto del ser humano, del mundo y de la vida

Contexto del trabajo iniciático en la actualidad -Parte 2

Desde el siglo XV en adelante, la Rosacruz y los rosacruces han combatido, primero el dogmatismo religioso, como hemos dicho, pero, desde el siglo XIX, también el dogmatismo científico del positivismo negacionista que, al afirmar que todo conocimiento deriva de la experiencia, con el respaldo  del método científico, deja de lado  la realidad intangible del ser humano, su realidad espiritual y anímica, pues su concepción del hombre se basa exclusivamente en el cuerpo físico.

Si en el pasado, la Rosacruz contribuyó a emancipar la ciencia de los dogmas religiosos y las absurdas supersticiones, estableciendo las bases de la ciencia moderna, en la actualidad, intenta contribuir a la recuperación de un concepto del ser humano, del mundo y de la vida inclusivo, donde lo científico y lo espiritual convivan de la misma forma en la que puede convivir el lenguaje simbólico con el de las palabras.

Es por ello una realidad innegable que el concepto materialista del ser humano y de la vida, impuesto por la ciencia (sin negarle su eficacia en los ámbitos tangibles de la existencia), ha contribuido al desarrollo de un materialismo existencial, destructivo y consumista, que ha deteriorado, como todos sabemos, nuestro planeta. Pues en su afán de negar la existencia de un dios antropomórfico, creador y juez, ha suprimido, igualmente, los puentes hacia una vida espiritual del pensamiento, sustentada por la lógica.

Y lo que se demostrará, una vez más, es que los medios que esa misma ciencia materialista aporta y va a desarrollar, para contrarrestar el inmenso deterioro de nuestro hábitat, fracasarán estrepitosamente si no incluyen en su concepto y diseño, la dimensión anímica y espiritual de la vida, tanto del ser humano, como del mundo vegetal, animal y mineral. Y, por supuesto, si no termina por reconocer que también el planeta Tierra, y el Macrocosmos en su conjunto, son seres vivientes, impregnados de la misma idea e intención que el ser humano, cada uno en su nivel de consciencia, diferente y diferenciado.

Llegados a este punto, será necesario, para una comprensión más completa de la filosofía y cosmovisión rosacruz, exponer algunos de sus fundamentos. Para ello sería bueno seguir en la misma línea y preguntar a los científicos de élite cómo es posible que el último gran descubrimiento de la física, el campo de Higgs, estuviese ya descrito en el “Libro de los preceptos de oro”, uno de los tratados del “Kalacakra Tantra”, un compendio de hace varios miles de años de la antiquísima sabiduría oriental. La descripción de la famosa “partícula de Dios” está claramente expuesta en lenguaje simbólico, no técnico, pero no ofrece ninguna duda de su función en el equilibrio de la manifestación universal. Y es que penetrar hasta el fundamento mismo de la realidad, ha estado en el foco de todos los grandes impulsos espirituales, y no es posible conocer esa realidad sin desentrañar el misterio de la manifestación material. Mucho tiempo antes de Einstein, la relación de la energía y la materia era muy conocida en las Escuelas Espirituales. E incluso, el pensamiento de que solo existe energía en diversos estados vibratorios, mientras que lo que para nosotros es materia sólida, es, en realidad, ilusorio. Es curioso que el más espiritual de los evangelios cristianos, el de Juan, comience explicando justamente eso, que todo ha surgido de la Palabra, el Verbo, en suma, el Logos. ¿Y qué otra cosa es una palabra sino una vibración? De ahí a la teoría de las cuerdas de la física moderna no hay más que un paso.

Todo esto sirve para exponer que la Rosacruz parte de la base de que si bien son necesarios aparatos sofisticados y una metodología estricta para demostrar objetivamente un postulado, es perfectamente posible llegar a las mismas conclusiones y comprobaciones, utilizando el instrumento más sofisticado conocido: el cuerpo y la mente humana. La diferencia es que el resultado siempre será subjetivo y solo aprovechará a quien lo descubra. Por eso la Rosacruz trabaja en exclusiva en la liberación de la consciencia individual, en emanciparla de todos los condicionantes, convenciones, tradiciones, autoridades externas y, claro, de todas las ilusiones y espejismos que superpueblan nuestra mente.

Este es un proceso arduo, en el que se impone el empleo de todas las facultades de la inteligencia humana, su capacidad de contrastar cada descubrimiento en la naturaleza manifestada, y en la práctica de vida cotidiana, antes de dar por bueno cada descubrimiento. La metodología es tan exigente como la que pueda emplear un científico en su laboratorio, o un artista en su taller, o un místico en sus momentos de meditación, pues abarca a los tres a la vez. Y en efecto, es un hecho comprobable que quienes han llegado a las más elevadas alturas del “despertamiento” –como definió el Buddha Gautama el estado de iluminación suprema– emplean por lo general un lenguaje simbólico, e incluso jeroglífico, para transmitir a otros lo descubierto.

Y es que para la Rosacruz, el estado normal de los seres humanos es un estado de ensueño, de sumisión total a la ilusión de los sentidos, y por ello mismo de ignorancia de lo real, de lo que “Es”. Y todo su esfuerzo va encaminado a despertar lo verdadero, paso a paso y con un permanente auto control consciente. Pues la realidad de nuestro plano de existencia es bastante terrible. La miseria humana, el deterioro ético, las atrocidades que se cometen día tras día en todo el mundo, solo son soportables por nuestra psique si las asimilamos homeopáticamente. Para contemplar esa realidad plena, que es la puerta de la profunda compasión, hace falta una significativa fortaleza de alma. Esa fortaleza no se puede conseguir mediante la fe, sino únicamente por la razón y la experiencia derivada de una acción y actitud en la vida insobornable. Pues la puerta de toda iniciación en la verdad, desde el remoto pasado hasta hoy, como ya quedó patente en el aforismo inscrito en el pronaos del templo de Delfos, estará abierta solamente para quienes se conocen a sí mismos.

Y la experiencia ha enseñado a los rosacruces la realidad de los mundos intangibles, de las dimensiones superiores a las que conocemos, todas ellas compartiendo el mismo espacio infinito, todas ellas a nuestro alcance, pero selladas por barreras mentales y vibratorias. Pues, junto a la miseria humana mencionada, aquí y ahora, hay un plano de vida, un dominio de vida impoluto, en el que respiran y viven entidades que han superado la dualidad de esta existencia, y han vuelto a nacer en un nuevo estado, sin por ello abandonar nuestra realidad o, al menos, no siempre. Igualmente, poseemos experiencia de cómo, desde esa atalaya de consciencia, es posible ayudar a la humanidad de una forma cuantitativa y cualitativamente superior a la de las instituciones conocidas.

Y claro, hemos comprobado la realidad de la metempsicosis de las Mónadas Divinas, de los cuerpos sutiles, del funcionamiento de las leyes espirituales en la vida material, y de muchas otras materias que, para muchos pueden parecer apasionantes, pero para nosotros son meros instrumentos para el desarrollo de la lucidez de la consciencia, y a partir de ahí de una acción creativa sustentada, como no puede ser de otro modo, en la ética estricta de esas leyes espirituales.

Todo esto no es patrimonio exclusivo de una Escuela Rosacruz, ya que tanto en Oriente como en Occidente ha habido muchas Escuelas Espirituales que han hecho lo mismo o parecido. Tal vez una de las características más propias de la Rosacruz es que, así como en Oriente se hizo siempre mucho hincapié en la “enseñanza del corazón” (o doctrina del alma) y se rechazó abiertamente la “enseñanza del ojo” (el aprendizaje  del mundo a través de los sentidos, o aprendizaje mental), la Rosacruz sintetiza ambas, las une, las trenza, siempre anteponiendo la del corazón.

La “enseñanza del corazón” es la experiencia plena de la conexión con el Espíritu y su corriente de ideación, y “la enseñanza del ojo” es la experiencia de lo que la realidad ha devenido y sus exigencias.

La conexión de ambas enseñanzas, simbolizadas en los Manuscritos Rosacruces, como los dos libros que acompañaban en su cripta a Christian Rosenkreuz (el Libro T y el Libro M, el Libro de Dios y el Libro del Mundo), es la llave y el arte que permite cumplir lo descrito por Hermes Trismegistos en el inicio de la Tabla Esmeralda, el texto nuclear de la Alquimia Rosacruz:

“¡Es verdad! ¡Es cierto! ¡Es la verdad plena!
Lo que está abajo es igual a lo que está arriba, y lo que está arriba es igual a lo que está abajo, para que se cumplan los milagros del Único”.

 

 

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Fecha: junio 6, 2020
Autor: Francisco Casanueva Freijo (Spain)
Foto: Olga Boiarkina / JZ

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