En las fuentes del Grial

Pocas historias han dejado una impresión tan profunda como el mito del Grial. Reescrita, ampliada, comentada un número increíble de veces, retomada en todas las artes, desviada de todas las maneras posibles, el cuento del Grial forma parte, junto con la Biblia y los mitos griegos, de los fundamentos de nuestra cultura occidental. Pero, ¿qué es lo que lo hace tan popular?

En las fuentes del Grial

Por lo que respecta a la primera versión, la «Historia del Grial», del novelista de Champaña Chrétien de Troyes, es una pequeña novela medieval, de la que las mejores traducciones no logran eliminar el aspecto anticuado y que resulta ser aún más decepcionante en primera lectura porque está inacabada.

En el curso de los estudios universitarios, esta novela del Grial de Chrétien de Troyes pasa de la categoría del entretenimiento mundano a la de una novela educativa (uno imagina que estaba destinada al Delfín, entonces bajo la tutela de Felipe de Flandes) y luego a la etapa de una novela de iniciación. Pero, ¿por qué una novela, incluso una novela de iniciación, sería tan atractiva que durante 800 años ha dado lugar a tantas adaptaciones y continuaciones de las más diversas formas?

Simplemente porque lo que está en juego no es la iniciación del héroe, Perceval, sino la iniciación del propio lector. No es una historia de iniciación, sino un manual de iniciación para cualquiera que aspire a un cierto camino de transformación interior. Este camino iniciático es universal y ha sido adaptado por diferentes maestros espirituales a lo largo de la historia de la humanidad. Por lo tanto, si uno no está demasiado atento a la realidad histórica, puede encontrar las «fuentes» del Grial en una gama muy amplia de tradiciones iniciáticas.

Los patrones o motivos que subyacen al cuento del Grial – es decir, la realidad espiritual, el proceso descrito – son universales. Por lo tanto, cuando uno lee el cuento del Grial, realiza exactamente la misma experiencia que Carl Gustav Jung1 tuvo cuando se dio cuenta de que las mismas imágenes alquímicas, que describían los mismos procesos, se encontraron en civilizaciones separadas en el tiempo y el espacio y sin que se pueda válidamente establecer la menor transmisión entre estas culturas2.

Por lo tanto, no hay razón para buscar una fuente del cuento del Grial que hubiese surgido en la más remota antigüedad. Por otro lado, puede ayudarnos en nuestra interpretación comparar historias de la misma familia, como sugirió en 1920 la medievalista Jessie L. Weston3.

Las novelas de Chrétien de Troyes

Hay que entender que a pesar de las apariencias, Chrétien no es un continuador de las novelas de la Tabla Redonda. No es ni inglés ni normando, y el relato no forma parte de la  propaganda política de Enrique II.

Para empezar, se aparta radicalmente del estilo del material francés. Chrétien se puede contar entre los líderes de un nuevo estilo literario: la novela cortesana (el otro único documento de este tipo, en ese momento, es el Tristán de Béroul, contemporáneo de Chrétien y, tal vez, incluso posterior al Tristán de Chrétien). Aquí, el gran fresco épico queda relegado a un segundo plano. Al igual que con Ovidio4– algunas de cuyas obras adaptó Chrétien – la novela se ocupa principalmente de la psicología de los personajes, las consecuencias de sus actos y las complejas relaciones entre los seres humanos atrapados en un manojo de tensiones: deseos, moral, deberes y honor.

Por otro lado, aunque la corte de Arturo es el escenario de las aventuras de Chrétien, este último abandona completamente la trama de los relatos artúricos. El propio rey es un personaje que se volverá cada vez más secundario a medida que avancen las novelas. Atrás ha quedado el rey guerrero que cabalga a la cabeza de sus hombres. Chrétien se aleja gradualmente de los modelos existentes y crea un nuevo marco para sus historias con el fin de servir a su propio simbolismo: Arturo, todavía activo y vengativo en las primeras novelas (hace la guerra y cuelga a los traidores en «Cligès»), finalmente se convierte en el rey melancólico del cuento del Grial.

La acción se desplaza gradualmente de Inglaterra a Francia, luego pierde toda conexión con la geografía real5 para entrar, no en «otro mundo celta», sino en un paisaje poético, o más precisamente, en un paisaje interior: un paisaje del alma.

Está claro que Chrétien no está aquí para escribir novelas de caballería, está buscando otra cosa. Así, desde «Erec y Enide», la primera novela que nos ha llegado, encontramos todos los elementos de un mito gnóstico: el descubrimiento del alma, la renovación de la estructura psíquica (la nueva vestimenta), la muerte del ego, etc. Y ya las técnicas y elementos clave que se reutilizarán en todas las novelas: el prólogo de doble sentido, el caballero rojo, la princesa más bella del mundo, el encuentro con Gawain, el simbolismo de la vestimenta, por mencionar solo los más recurrentes.

Con «Cligès», su segunda novela, somos confrontados con el mito del renacimiento, con el paralelismo obvio entre las duras pruebas sufridas por Phenice y la leyenda del Fénix. En «Yvain», Chrétien comienza a explorar los procesos internos individuales, las transformaciones en la psique del candidato a los misterios. En cuanto a «Lancelot», es casi un borrador del Cuento del Grial6.

Grail

Chrétien está buscando la forma perfecta de expresión que le permita transmitir sus conocimientos, como nos dice en el prólogo a Erec con su parábola de los talentos, y cuando escribe «El Cuento del Grial», finalmente la ha encontrado. Lo sabe y lo proclama desde la primera línea: «Chrétien comienza una nueva novela, la siembra en un lugar tan bueno que cosechará cien veces».

Un texto que habla de otra cosa

El Cuento del Grial de Chrétien de Troyes es, por tanto, parte de una ruptura con la vulgata artúrica. Y hay que tener en cuenta las diferencias fundamentales que presenta este manual de iniciación en relación a recuperaciones posteriores, escritas por autores con objetivos diferentes, incluso totalmente opuestos a los de Chrétien de Troyes: el Grial no contiene la sangre de Cristo, sino una hostia. La lanza que sangra no es la que atravesó el costado del Señor. La procesión del Grial no está, por tanto, ligada a la pasión, sino a la Última Cena. No estamos pasivamente presentes en el sacrificio de la deidad que ofrece su sangre para redimir nuestros pecados, somos invitados a una construcción: a hacer uso de las fuerzas que se nos ofrecen. Esto es particularmente evidente en la descripción de Wolfram von Eschenbach de la procesión del Grial, donde la procesión del Grial se mezcla con una procesión de doncellas que construyen la mesa del banquete.

Otro punto fundamental es que Gawain no es el símbolo de la caballería terrenal, un reflejo distorsionado de Perceval que se hunde en la materialidad y fracasa en cada escollo. Por el contrario, Gawain es el caballero perfecto7, el caballero blanco, el caballero solar que encarna todos los valores de la caballería espiritual:

  • moderación,
  • respeto por los demás y cortesía, incluso hacia sus enemigos,
  • no violencia – o al menos en el contexto de la caballería, el uso de la violencia como último recurso8.
  • negativa a mentir – incluso hasta la muerte,
  • integridad, transparencia: Gawain es quien «nunca oculta su nombre a nadie que se lo pregunte».
  • empatía, amor al prójimo (caritas) elogiado por Chrétien en su prólogo,
  • y una característica única en todas las novelas de la Tabla Redonda: las habilidades curativas.

La transición, tan mal entendida, entre Perceval y Gawain en el Cuento del Grial, ya presente en «El Caballero de la Carreta», es la clave del cuento del Grial. Es imposible hacer uso de este manual de iniciación si uno no entiende esta clave.

Al igual que en los cultos mistéricos y los mitos gnósticos (familia a la que pertenece el cuento del Grial), Gawain representa el elemento espiritual que llevamos dentro de nosotros, cuya existencia es previa a la de nuestra personalidad, pero que no puede manifestarse hasta que logremos una transformación mínima de nuestro ser. Ocurre exactamente lo mismo que en el mito cristiano: Juan y Jesús nacen al mismo tiempo, pero Jesús solo puede realmente llevar a cabo su ministerio una vez que Juan haya preparado el camino, bautizado a Jesús, tras lo cual se hizo a un lado por completo. Del mismo modo, el cuento del Grial nos presenta un proceso cuádruple.

En primer lugar, el proceso liderado por Perceval: el descubrimiento de la filiación espiritual, la purificación y una cierta forma de reconstrucción o re-armonización de la personalidad, un proceso de individuación. Perceval encontrará literalmente su verdadero yo, su nombre, al mismo tiempo que recibe – como una misión – la visión del plan completo del desarrollo espiritual. Perceval y Gawain se encuentran y se reconocen.

En segundo lugar, las primeras aventuras de Gawain, cuando se interpretan como un proceso interno, tienen que ver con una reelaboración de la esfera del inconsciente. La lectura de este pasaje es desagradable porque nos remite a todas las experiencias que preferimos olvidar, reprimir, las pequeñas situaciones vergonzosas de nuestra vida (Gawain tomado por un mercader astuto, por un caballero cobarde, Gawain al servicio de una niña, Gawain sorprendido en los brazos de una mujer insultada por su culpa…). Estamos colocados aquí ante una espiral superior de purificación de la esfera inconsciente, pero también de adquisición de nuevos poderes del alma: nueva voluntad, amor, sabiduría.

En tercer lugar, la conquista y purificación de la dimensión que podría llamarse conciencia cósmica (pero no espiritual) de la personalidad: Gawain encuentra la fuerza que lo guiará a través de la iniciación -una fuerza que los rosacruces representarán cuatrocientos años después por la virgen Alquimia-, y entra en otro mundo, que obviamente no es el «otro mundo» celta – el reino de los muertos – sino la esfera de conciencia-energía del ser humano.

Cuarto, justo cuando el proceso está a punto de completarse, el texto se detiene. El encuentro entre el elemento espiritual reconstruido y el Espíritu nos desplaza hacia algo totalmente diferente que no puede ser descrito.

No hacemos más que sobrevolar deliberadamente el proceso al que nos dirige Chrétien de Troyes, porque lo que cuenta por encima de todo es que quien aspira profundamente a esta búsqueda realmente la vive. Y para ello, es preferible no basarse en una construcción puramente mental. Por lo tanto, si queremos entrar en una práctica, en algo concreto, debemos preguntarnos: ¿cómo damos el primer paso, cómo iniciamos este proceso descrito en el Cuento del Grial? Puesto que es un manual de iniciación, ¿cómo lo usamos?

Para entenderlo, debemos recordar el descubrimiento fundamental que Carl Gustav Jung hizo cuando leyó el tratado de alquimia taoísta «El misterio de la flor de oro». Hay textos e imágenes que tienen un vínculo con el inconsciente de toda la humanidad9, y todavía más: estas imágenes desarrollan una fuerza, son activas en la psique. El Cuento del Grial es un libro así, como señala Marie-Louise von Frantz: «La relación entre la leyenda del Grial y la alquimia es tan rica y fértil que uno se pregunta por qué Jung no la incluyó en su investigación psicológica sobre la alquimia10.

Pero aunque el conocimiento de las imágenes alquímicas nos ayudará (al tratarse de conocimiento de primera mano), lo que cuenta por encima de todo es la experiencia personal. ¿Cómo opera Chrétien de Troyes? Para averiguarlo, nada podría ser más fácil: todo lo que tenemos que hacer es mirar dentro de nosotros mismos y preguntarnos: ¿qué siento cuando leo este libro? Si cierro los ojos y tengo que imaginar escenas clave del relato, ¿qué veo?

Al hacernos estas preguntas, descubrimos que la fuerza del cuento del Grial es que hace nacer en nosotros un sentimiento interior muy particular a través de las imágenes. En realidad, no es un sentimiento, sino verdaderamente nuestro verdadero yo, que por un momento despierta y se regocija. Este es exactamente el fenómeno que Marcel Proust sigue a lo largo de su obra11. Para Proust, uno de los principales detonantes de este «recuerdo», del acceso a esta dimensión de la eternidad en nosotros, es el arte. Y a finales del siglo XIX, Wagner resucitó, a través del arte, el mito del Grial al permitirnos redescubrir, en su Parsifal, este sentimiento. Aquellos que experimentan este sentimiento pueden comenzar la verdadera búsqueda espiritual si tienen el valor de hacerlo, es decir, si adoptan una nueva forma de vida que les permita traer más y más del alimento que despierta su ser espiritual.

Y así, vemos cómo Chrétien de Troyes nos desafía desde las primeras líneas de su novela describiendo nuestro propio estado interior en el mismo momento en que leemos:

Era la temporada en que los árboles florecen, los bosques están cubiertos de hojas, los prados se vuelven verdes, en la que los pájaros cantan suavemente por la mañana y todas las criaturas se llenan de alegría. El hijo de la viuda, en el corazón del bosque salvaje y desolado donde tiene su dominio, se puso de pie…

¿Quién se ve interpelado por este libro? Cualquiera que sea hijo de la dama viuda, en el gran bosque salvaje, en la época en que la naturaleza florece. Es decir, cualquier persona para quien el mundo lleno de vida y experiencias (el bosque salvaje y desolado, es decir, el desierto) se ha convertido en un desierto (un páramo). Pero en este desierto, sabe que es el hijo de Isis, la dama viuda por excelencia, y por lo tanto de ascendencia divina. Pronto descubre que hay una gran vocación para el hombre: Perceval conoce a los caballeros, hermosos como ángeles, que se le aparecen en una revelación no muy diferente de la visión del Apocalipsis de Juan: luz, gran ruido, colores, y finalmente la visión del hombre perfecto. «¡Estos son ángeles!», exclama Perceval, y como el vidente en Patmos, se lanza boca abajo.

¿Qué debe hacer entonces? Ir al lugar donde se hacen los caballeros, a la corte del Rey Arturo, a la fragua alquímica donde una comunidad de almas buscadoras se ha reunido para llevar a cabo esta búsqueda.

 

1 C.G. Jung: Psicología y Alquimia. Routledge y Kegan Paul LTD, Nueva York.

2 Desde este punto de vista, el análisis más preciso es proporcionado, en mi opinión, por Jessie L. Weston (Jessie L. Weston: From Ritual To Romance (1920) http://www.gutenberg.org/ebooks/4090) quien concluye su inventario de historias similares al cuento del Grial de la siguiente manera: «Nuestra investigación nos ha llevado gradualmente a la conclusión de que los elementos que constituyen la leyenda del Grial – la trama de la historia, las tareas que esperan al héroe, los símbolos y sus significados -, aunque encontrando su contraparte en relatos prehistóricos, también muestran notables paralelismos con las creencias y prácticas de países tan distantes como las Islas Británicas, Rusia y África Central».

3 Jessie L. Weston: op.cit.: «Al destacar estos paralelismos, deseo dejar perfectamente clara mi posición; no pretendo que podamos encontrar la fuente de la leyenda del Grial en el Rig-Veda, o cualquier otro monumento literario de los primeros arios, (…) Cuando todos los paralelismos con la leyenda del Grial forman parte de un círculo bien definido de creencias y prácticas, cuidadosamente estudiado, y cada uno de ellos forma parte del mismo corpus de una tradición bien estudiada, pienso que estos paralelismos pueden considerarse como una base fiable y no es descabellado pensar que este corpus de tradiciones forma parte de la misma familia y, por lo tanto, debe interpretarse como tal.»

4 Típicamente, en las Metamorfosis, Ovidio despacha las aventuras en unas pocas líneas para detenerse en los cambios psicológicos en los protagonistas.

5 Véase al respecto Joseph J. Duggan: Las novelas de Chretién de Troyes. Yale University Press, 2001. El autor señala, además del inventario de lugares imaginarios como Lac, Galvoie o Dinasdaron, que globalmente «Chrétien claramente no conoce la geografía bretona. Sus héroes viajan de Gales a Nantes a caballo sin preocuparse por la distancia o el mar».

6 Chrétien afina su técnica para pasar de la novela de iniciación al manual de iniciación como muchos académicos, por ejemplo Daniel Poirion, han señalado en su introducción a las obras completas de Chrétien de Troyes (La Pléiade): «En el díptico compuesto por Yvain y Lancelot, se desarrolla lo que se puede llamar una estética del símbolo, llamando a la imagen a condensar el significado. La lectura heroica se combina con una lectura hermenéutica que descifra la red de imágenes. (…) El texto poético que teje una red de motivos pictóricos en el fondo, como un «intertexto», está ahí para decirnos algo más que lo que nos está diciendo”.

7 Es muy sorprendente observar la evolución del carácter de Gawain en la tradición de las «novelas de la Tabla Redonda». Pero lo que es aun más sorprendente es que la gran mayoría de los comentaristas y académicos que han escrito sobre el tema se hayan reunido en torno a la personalidad del Gawain salido del último texto: «la Búsqueda del santo Grial», y así considerar a Gawain como el arquetipo de caballería terrenal y superficial. En Chrétien de Troyes, sin embargo, Gawain es muy explícitamente el caballero perfecto. Si hay una caballería celestial, es Gawain quien la encarna. En este sentido, vale la pena señalar que Gawain nunca es derrotado en ninguno de los textos de Chrétien. Un héroe de una valentía excepcional (como Cligès o Yvain) puede eventualmente encontrarse a la par con él. Gawain encarna tal perfección que los primeros continuadores de la historia del Grial finalmente lo convierten en el héroe de las aventuras, el que encuentra la copa preciosa. Sin embargo, los continuadores posteriores, benedictinos y cistercienses, estaban decididos a convertirlo en un personaje cada vez más vulgar. En la novela «La Búsqueda del santo Grial», nada quedará del Gawain de Chrétien, y terminará siendo asesinado infelizmente por Galaad, el nuevo caballero blanco.

8 Y parece importante insistir en un punto específico de la búsqueda del Grial por Chrétien de Troyes: con la excepción del caso del caballero escarlata, ninguna batalla termina con la muerte del oponente. El vencido es enviado a la corte del rey Arturo (o al servicio del caballero, que es equivalente) donde, reconocido por su valor y él mismo entrando al servicio de un caballero superior, se convierte en un vencedor.

9 El secreto de la flor de oro.  Traducido y explicado por Richard Wilhelm con un comentario europeo por C G. Jung. Londres, Kegan Paul, Trench, Trubner & Co, LTD. En español: Editorial ‏CreateSpace Independent Publishing Platform (29 enero 2012.)

10 Emma Jung, Marie Louise Von Frantz:  La leyenda del Grial. Editorial Kairós,  1ª edición, mayo 1999.)

11 Marcel Proust:  En busca del tiempo perdido. Véase por ejemplo «El tiempo recuperado», p.112-113: «Un ser que sólo aparecía cuando, por una de esas identidades entre el presente y el pasado, podía encontrarse en el único medio donde pudiera vivir, gozar de la esencia de las cosas, es decir, fuera del tiempo; (…) en seguida se encuentra liberada la esencia permanente y habitualmente oculta de las cosas, y nuestro verdadero yo, que, a veces desde mucho tiempo atrás, parecía muerto pero no lo estaba del todo, se despierta, se anima al recibir el celestial alimento que le aportan. Un minuto liberado del orden del tiempo ha recreado en nosotros, para sentirlo, al hombre, liberado del orden del tiempo. Y se comprende que este hombre sea confiado en su alegría».

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Fecha: abril 18, 2021
Autor: Yoann Lamy (France)
Foto: Hugues Coutin

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