7. Coniunctio (conjunción), llamado por algunos «bautismo de espíritu».
Esta «conexión» es el resultado de todas las fases previas de transformación dinámica. Tanto en los laboratorios alquímicos como en nuestros procesos internos, se debe hacer una distinción entre las llamadas conjunciones «pequeñas» y «grandes».
La pequeña, nos lleva a la conexión entre las fuerzas polares, los opuestos, el mercurio y el azufre en terminología alquímica. A nivel espiritual, estos opuestos, que crean el movimiento de las formas externas, son partes complementarias. El resultado de esta unidad es la llamada Piedra Filosofal, que transforma todas las cosas a la perfección «coloreando» (o transformación en oro), iniciando el proceso de transformación en todo lo que toca. O si usamos otro término alquímico, es el Elixir de la Vida que cura todas las enfermedades.
Sin embargo, es bueno prestar atención al hecho de que, a pesar del uso frecuente de sinónimos, por parte de los alquimistas, la Piedra Filosofal y el Elixir de la Vida son dos aspectos diferentes de este proceso, podríamos decir el aspecto «masculino» y el «femenino». La Piedra es la semilla espiritual y el Elixir, la base espiritual para ella. La interacción entre ellos en el cristianismo está ilustrada por la concepción de la Virgen María (materia pura), por el Espíritu Santo. Jesús se lo explica a Nicodemo como «renacer del agua y del espíritu».
En relación a esto, se crearon muchos grabados en la Edad Media, que representan el matrimonio de un rey y una reina. De ahí que se popularizara la expresión «Boda Alquímica» (como en el título de una notable obra del Renacimiento). La idea del Novio (Cristo) y la doncella (el alma), también ocupa un lugar central en el Nuevo Testamento.
La gran conjunción, que solo es posible en la Alta Alquimia, es la unificación última del alma con las fuerzas inmutables y eternamente creativas, que se refleja inequívocamente en las palabras de Cristo: «El Padre y Yo somos uno».
Vincular la alquimia con el Nuevo Testamento puede parecer sorprendente para algunos pero, en realidad, los Evangelios, los Hechos de los Apóstoles y el Apocalipsis de Juan son obras alquímicas muy serias, los textos más significativos del mundo occidental que nos dirigen a la transformación de las cualidades del alma («metales»). Los ejemplos concretos de esto son probablemente innumerables, pero a la luz de las siete fases descritas anteriormente, ahora todo el mundo puede descubrirlas por sí mismo. Por ejemplo, ¿qué puede ser la coagulación sino la resurrección? ¿Qué pasa con el proceso séptuple enfatizado explícitamente en el Apocalipsis de Juan, con los siete sellos y con las cartas a las siete iglesias? Los procesos también se resumen de manera concisa en la Segunda Epístola de Pedro, un texto que a menudo se ha discutido como ilustrativo de un séptuple camino de iniciación: “Por esta misma razón, esfuércense por complementar su fe con virtud y la virtud con conocimiento, y el conocimiento con templanza, y el autodominio con perseverancia, y la constancia con piedad, y la piedad con afecto fraternal, y el afecto fraternal con amor”[1]. Las siguientes palabras de Pablo en su Epístola a los Efesios (2:13-15), no podrían ser más alquímicas y describir más completamente la Conjunción: “[…] ustedes, que alguna vez estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo. Porque él mismo es nuestra paz, que nos hizo uno a los dos, y derribó en su carne el muro divisorio de la hostilidad al abolir la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas […]. También podemos agregar su conocida expresión: “La muerte ha sido absorbida por la victoria” (1 Corintios, 15,54).
Asimismo, uno de los más grandes místicos, Jakob Böhme, en el siglo XVII, declaró directamente que la Piedra Filosofal es el Espíritu de Cristo, que debe penetrar en el alma del individuo.
El camino de Belén al Gólgota es precisamente el camino de la transformación, y describe los procesos del nigredo-albedo-rubedo, como puentes en el paso de Jesús entre las fases del bautismo, la transfiguración, la muerte en la cruz y la resurrección. También se reflejan en los personajes de: Herodes, el ego hambriento de poder (incluido el espiritual); Juan, que vive en el desierto (purificación), y viene a «enderezar los caminos delante del Señor»; Jesús, nacido de una virgen en el pesebre del corazón, el único que puede ser el Cristo, el hijo de Dios.
Por consiguiente, la Alquimia es un campo sin límites. Pero ninguna información, sobre este o cualquier otro tema espiritual, puede ayudarnos de alguna manera, a menos que, realmente, haya tenido lugar en nuestros corazones, cabezas y manos. La expresión latina central que resume la alquimia es «Solve et Coagula», traducida como «Disolver y coagular». Y aunque nadie ha articulado esto hasta ahora, la expresión también puede traducirse como «Resuelve el problema y crea una (nueva) habilidad para distinguir». La capacidad de distinguir es algo que cada uno de nosotros piensa que posee, al igual que el rey Herodes. Pidamos ahora una mayor capacidad de discernimiento, y poder construirla tanto como podamos. Este artículo, incluso describe cómo se hace 🙂
[1] La Biblia (Versión Estándar en Ingles), La Segunda Epístola de Pedro, 1:5-7