Everett Climb es alpinista. ¿Es esto casualidad o destino?
Su hermano menor, Ruppert, que viajaba mucho, perdió su vuelo a Katmandú; ese avión luego se estrelló en el Himalaya, sin dejar ningún superviviente. Al enterarse de la noticia, Ruppert tuvo un infarto y cayó sin vida en el suelo de su cocina.
Robert, el primo de Ruppert, que siempre juega el mismo número de lotería, ganó el premio gordo el viernes 13. Pero perdió su boleto, que fue encontrado por Alicia, una chica sin hogar que mendigaba al pie de su edificio.
Seis meses después, Robert y Alicia se conocieron en un evento caritativo que apoyaba a las víctimas de terremotos. Se casaron un mes después. Durante su viaje de bodas en las montañas de Kazajstán, se produjo un extraordinario e inesperado terremoto y ambos perecieron bajo las ruinas.
¿Qué pensar de todo esto? ¿Casualidad? ¿Destino? ¿Fatalidad? ¡Esa es la pregunta!
¿Las situaciones de la vida, pequeñas o grandes, las experiencias felices o desafortunadas, las elecciones de la vida – carrera profesional, familia, evolución personal – son parte del hilo del destino?
¿Hay lugar para la fatalidad o para el azar? ¿O todo esto no es más que un inútil ejercicio mental que oculta el hecho de que no hay nada? ¿Por qué queremos interpretar o dar sentido a las cosas que nos suceden?
Bueno, quizá simplemente necesitemos entender y explicar cosas pequeñas y grandes.
Todos conocemos la teoría del efecto mariposa sobre la previsibilidad del tiempo, del meteorólogo Edward Lorenz:
¿Puede el aleteo de una mariposa en Brasil desencadenar un tornado en Texas?
Esta teoría dio origen a diversas interpretaciones y variantes, la mayoría de las cuales se basan en la idea de que un gran evento puede tener su origen en otro mucho más pequeño. Hay algo de «matriuskas rusas» en esta teoría.
¿Existe una gran diferencia entre el azar y la previsibilidad?
Por un lado, el azar1, cuyo significado original es «juego de dados», caracteriza la imprevisibilidad de los eventos sujetos a las leyes de la probabilidad. Cuando lanzo un dado de seis caras, tengo una posibilidad entre seis de que salga un seis. Cuando uso dos dados, hay una posibilidad entre 36 de obtener un doble seis; con 3 dados, una entre 216 de obtener un triple seis.
Por otro lado, la previsibilidad es la extrapolación de un evento futuro a partir de un acontecimiento pasado. Pero también en este caso entran en juego las leyes de las probabilidades.
En la hermosa película de Jean-Pierre Jeunet La ciudad de los niños perdidos (La cité des enfants perdus, 1995), hay una escena memorable sobre ese tipo de sucesos, desde los más insignificantes, como la lágrima de un niño, hasta los más apocalípticos – un accidente de carga. Todo esto pone de relieve que, al final, nada ocurre por casualidad.
Recurrir a las leyes de las probabilidades es aceptar que “todo puede pasar”. También es aceptar que cualquier evento puede suceder porque otro ha sucedido antes, y así sucesivamente.
¿Es mi vida una serie de eventos sin otro vínculo entre ellos que alguna probabilidad? Si estudio medicina, probablemente me convertiré en médico. Si me convierto en médico, probablemente le dé un masaje cardíaco a un escocés de 73 años en un avión que se dirige a Katmandú. Pero, ¿por qué iba a estudiar medicina? Esa es una pregunta que las leyes de las probabilidades difícilmente pueden responder. Creo que hay algo entre el porqué de las cosas y la probabilidad de que ocurran.
Y aunque no sepa el porqué, no puedo aceptar que todo esto se deba al azar, a una serie de probabilidades. Estoy convencido de que las causas y los efectos están vinculados a otras leyes. Y que el azar y las leyes de las probabilidades son innegables, pero que solo se aplican en una determinada perspectiva de los acontecimientos.
Hoy en día está reconocido y comprobado que la silla en la que estoy sentado ahora está sujeta a ciertas leyes en la escala de dimensiones de mi oficina, pero en la escala de lo infinitamente pequeño se aplican leyes completamente diferentes. Esto significa que, según el punto de vista en el que nos situemos, las leyes que se aplican a las cosas no son las mismas.
En resumen: si es casualidad, es extraño; si es el destino, ¿a dónde me llevará? ¿Hasta qué punto estoy preparado para comprender lo que me pasa y lo que significa todo ello?
La noción de destino, a menudo «generalizada», es muy conveniente y puede responder a todo tipo de misterios. Como en el ejemplo de la familia Climb, el azar y las leyes de la probabilidad son explicaciones ligeras y débiles.
Pero esto no significa creer que TODO lo que sucede es fruto del destino. Porque entonces surgiría la cuestión del sentido de la vida. Y eso se vuelve muy embarazoso. ¿Estoy preparado para esta pregunta?
¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Cuál es el sentido que le doy a mi vida?
Más allá de que crea o no en el destino, en el azar, siento esa necesidad vital de darle sentido a mi vida. Y a la vista de todo lo que ha sucedido a lo largo de la historia de la humanidad, parece que no soy el único; ni mucho menos. Entonces es lógico que sienta afinidad con quienes tienen estas mismas preocupaciones. Y eso abre un camino de comprensión de mí mismo, del mundo y de la vida. La comprensión es una clave muy importante en la búsqueda del sentido. ¡Y, en la comprensión, hay luz!
La comprensión es más importante que la explicación. Si alguien me explica cómo viven las abejas, está bien. Si entiendo a las abejas, es mejor. La llave de la comprensión abre una puerta, la del conocimiento. Si entiendo a las abejas, puedo vivir con ellas. Si las conozco, soy una de ellas. Los límites ya no importan. Las creencias no interesan. El egoísmo ya no es necesario.
Entonces entro en una relación diferente con el destino. Le trato de igual a igual. Le digo:
“de acuerdo, te acepto, te entiendo. Eres útil y necesario, pero también tú tienes que entender y aceptar mi búsqueda de sentido. Mi aspiración a ser libre implica que ya no llevas mi vida, sino que avanzamos juntos, asidos de la mano”.
Este vínculo tiene un efecto inesperado: la compasión.
Pero esto será tema de otro artículo.
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1. «Hasard » en francés