Las imágenes, los templos y las estatuas tratan de llamar a nuestro ser más íntimo y, al hacerlo, incitarnos a buscar, experimentar, darnos cuenta de que somos parte de BRAHMAN; de hecho, que podemos fusionarnos con BRAHMAN. La rueda de fuego de la danza de Shiva, que representa la superación del mundo y sus demonios e irradia una alegría, un poder y una esperanza sobrenaturales; el Vishnu dormido, yaciendo sobre la serpiente del mundo en el océano de la infinitud y vigilando todo lo que sucede en el universo: todo ello toca al espectador a su manera, intenta ponerle en contacto con su Atman inherente. Todos estos aspectos son mediadores, a menudo incomprendidos y reducidos a lo externo. Pueden tocarnos, sus poderes quieren crear en nosotros “oídos que puedan oír y ojos que puedan ver”.
El parecido con Buda
Muchas imágenes se asemejan a las muchas representaciones de Buda, el Iluminado.
El que me busca en la forma,
el que me busca en los sonidos,
se ha extraviado en el camino,
porque no puede reconocer al Tathagata (el Exaltado).
La danza de Shiva
La danza de Shiva en la rueda de fuego es probablemente una de las representaciones más famosas y difundidas de la deidad de la destrucción y la renovación. Debido a su dinamismo, la imagen, desde la perspectiva de nuestra percepción física, parece ser lo opuesto a la tranquilidad y sublimidad del Buda. Pero la danza de superación del demonio, en la que Shiva está sobre un pie, ¿no expresa también la conexión con otro mundo y la consecución de otra conciencia? Transitorio y pequeño es nuestro mundo -que está gobernado por el demonio-, comparado con la alegría, la libertad y el poder del Otro que existe dentro de nosotros, el Atman que está en unidad con BRAHMAN. Esto es lo que puede mostrarnos la danza de Shiva. Su danza mística y sagrada quiere apoderarse de nosotros y llevarnos por el camino que va, desde el mundo de la separación y las dualidades, al mundo de la libertad celestial. Shiva quiere ayudarnos a disolver nuestros lazos con este mundo y a conseguir una nueva vida. Por eso se le llama el destructor y el recreador.
Ramakrishna, un yogui de Calcuta que vivió en el siglo XIX, un sabio y adorador de Kali, la destructiva manifestación femenina de Shiva, la madre divina, dijo sobre adorar a Dios:
Cuando invoco al Ser Supremo en su estado de reposo, lo llamo BRAHMAN. Cuando pienso en él como activo, creador, sustentador y destructor, lo llamo Shakti, Maya o Prakriti (también Kali), el Dios personal. […] El Dios personal y el Dios impersonal son uno y el mismo, como la leche y su color blanco… Es imposible pensar el uno sin el otro. La Madre Divina y BRAHMAN son uno [2].
El sueño de Vishnu en Budhanilkata, en el valle de Katmandú
Una representación mítica de Vishnu lo muestra durmiendo sobre la serpiente Ananta-Shesha en el océano de la Infinitud. Esta representación (presente, por ejemplo, en Budhanilkhanta, en el valle de Katmandú) intenta representar la infinitud de BRAHMAN (como agua, océano) y a la serpiente divina Shesha como símbolo de la sabiduría y el poder creativo. Sus once cabezas rodean y protegen la cabeza de Vishnu. Shesha es el rey multicéfalo de las serpientes y un fiel servidor de Vishnu.
Aunque las representaciones y los símbolos de la estatua indican claramente una representación de Vishnu, sin embargo, el nombre Budhanilkantha (garganta azul) indica una leyenda muy extendida en Nepal sobre Shiva. Según esta leyenda, se le pidió a Shiva que salvara al mundo de la perdición y de las garras de un demonio. Se tragó el mal, el demonio, el veneno mundano, pero se quemó la garganta como si fuese fuego. Para extinguir este fuego y saciar su sed, Shiva golpeó el suelo con su tridente en la cordillera de Gosainkunda, al norte de Katmandú, creando los lagos Gosainkunda. Estos lagos aún hoy se veneran como sagrados, llevándose a cabo peregrinaciones especiales anuales a los mismos. Con el agua de los lagos Shiva pudo extinguir el fuego en su garganta. Se dice que los desbordamientos de los lagos alimentan el estanque donde yace Vishnu en Budhanilkanta. Esta leyenda reúne a las tres deidades, Brahma, Vishnu y Shiva en su representaciones principales: Brahma, el océano infinito; Shiva, el destructor y salvador del mundo; y Vishnu, el preservador, en unión con la serpiente sagrada Shesha.
Experimentar la Trimurti («las tres figuras»)
Las fuerzas de la Trimurti forman una trinidad. ¿Podemos también experimentar su actividad en nosotros mismos? En cada ser humano se manifiesta la creatividad sin forma. Además, las fuerzas de conservación y las de destrucción actúan en todos, para que lo nuevo se haga posible. Las representaciones pictóricas quieren ser impulsos que despierten en nosotros los oídos y ojos interiores con los que recibimos las impresiones de la obra divina. Para ello tenemos que entrar en una conciencia silenciosa, en un escuchar y mirar.
Krishna explica en el Bhagavad Gita que las verdades últimas sobre Dios y el mundo no pueden transmitirse de boca a oído. Así, intenta abrir los ojos interiores de su discípulo Arjuna:
Quien ve al Ser Supremo que existe imperecedero en todas las cosas perecederas, ve verdaderamente. […] Quien se da cuenta de que todas sus acciones son realizadas solo por la naturaleza, y que el ser más íntimo no es el hacedor, verdaderamente ve. Y cuando se da cuenta de que todas las cosas están contenidas en el Uno, alcanza la mente suprema. [3]
Referencias:
[1] Meditaciones Sutras del budismo Mahayana. “Sutra del Diamante”.
[2] Ramakrishna, Bildmonographie, editorial Rororo, p. 6.
[3] Bhagavad Gita: XIII, 28-30.