“Todos somos viajeros… nos aferramos a aquellos con los que tenemos una conexión espiritual, más que física, y esperamos llegar a nuestro destino deseado. Al final de nuestro viaje nos damos cuenta de que lo único que importa es si podemos dar algo de nosotros mismos a nuestro compañero que le ayude a crecer. ¿Nuestra presencia hizo el viaje más hermoso y más fácil?” – Robert Lawson (nombre de nacimiento: Róbert Kováts)
La novela de Antoine de Saint-Exupéry es uno de los cuentos más famosos del mundo. Es una historia popular referenciada y citada por muchos. Ha dejado su huella en la cultura universal y ha afectado al desarrollo de la consciencia de la humanidad.
Comparada con las viejas fábulas y cuentos populares, esta novela puede verse como una historia didáctica llena de emociones expresadas a través de una trama con muchos hilos. A pesar de las múltiples formas de expresar las emociones, el cuento de Exupéry no es sentimental; a pesar de su eficacia didáctica y sus aforismos, no es un sermón. Es una enseñanza, una fábula de trascendencia eterna contenida en el lenguaje más poético y, al mismo tiempo, accesible para los lectores del siglo XXI.
El autor permaneció fiel a la visión del mundo de los cuentos tradicionales; aunque ofrece “enseñanzas directas”, la historia está llena de elementos que contienen infinidad de ellas. La presencia del «prodigio» en el libro es a la vez mágica y natural; los poderes místicos y los principios de orden brillan a través de la historia. El conflicto principal no ocurre entre los personajes, sino entre la ignorancia y el conocimiento.
La novela llega y sacude a los lectores ateos y religiosos. Los acontecimientos parecen comprensibles y fáciles de seguir (a pesar de que la narración no es lineal), pero – al igual que en la Biblia o en otros textos religiosos – tienen una significación más elevada para los seguidores de la antigua sabiduría, la Doctrina Universal, para los viajeros del «camino real». Dado que las mismas palabras, expresiones y símbolos son utilizados por diversos grupos espirituales y religiosos, la diferencia, el «grado superior» – como en El Principito – se logra por la claridad, el poder vibratorio y la autenticidad del texto. Esto es lo que brilla a través de la historia y embellece el desierto de las letras.
El nombre del protagonista es bastante enigmático: el Principito. Así es como el pequeño y frágil hombre con mechones de cabellos dorados es nombrado por el piloto que narra la historia, también personaje del relato. El Principito lo despierta al amanecer después de su aterrizaje de emergencia en el desierto y le pide que le dibuje un cordero. El nombre de Principito no se refiere a un título mundano, sino a una cualidad espiritual, un rango divino, que el piloto terrestre en apuros reconoce en la peculiar criatura de pureza etérea. De niño, el narrador era un alma sensible, creativa y de mente abierta, como el Principito. De adulto perdió estos atributos liberadores, y su deseo de despertarlos de nuevo pudo haberle llevado a convertirse en piloto. En uno de sus vuelos, el avión tiene problemas mecánicos y el piloto se ve obligado a realizar un aterrizaje de emergencia en mitad del desierto. Ha habido un problema en el motor (que es el «corazón» del avión). También, un año antes, el Principito llegó a la Tierra debido a un «aterrizaje forzoso».
La vida del pequeño hombre se desenvuelve lentamente y, por norma, rehúye las respuestas a preguntas referentes a él o a su pasado. Solo responde espontáneamente y a su debido tiempo, aunque siempre de manera indirecta y selectiva. Pero nunca deja de preguntar cuando quiere saber algo: solo deja de preguntar cuando recibe una respuesta adecuada.
Esta asimetría puede explicarse por una relación adulto-niño. El hecho de que el Principito es un niño es mencionado por el narrador solo una vez (a través del zorro): «Para mí, no eres más que un niño que es como otros cien mil niños». Pero el personaje principal es más bien un alma infantil de pureza intacta. Puede parecer extraño, pero esta relación desigual se asemeja a una conexión maestro-estudiante. Y en este cuento no es el adulto, el piloto, quien enseña. Por supuesto que no podemos separar estrictamente los dos papeles, ya que el maestro también aprende de su alumno y de otros también. Para descubrir la verdadera naturaleza de su relación, podríamos imaginar que el maestro está por delante de su alumno en el camino espiritual; aunque en la realidad física caminen uno al lado del otro. Los dos papeles también pueden ser interpretados metafóricamente como partes, rasgos, oportunidades de la consciencia de un ser – y este es a nuestro entender el enfoque más importante y maduro. Pero es más fácil seguir sus historias si los vemos como dos seres conectados, pero separados. El Principito representa el espíritu puro que el piloto – tal vez sólo inconscientemente – anhela lograr.
Después de su peculiar encuentro, sus destinos están conectados, lo que ofrece un terreno propicio para varias comparaciones y paralelismos. El motivo principal de la narración podría relacionarse con el término «religio», -en el sentido de regresar, conectar, reunir, volver a unirse al origen divino. Sus secciones principales pueden definirse por la Fe, la Esperanza y el Amor, que crecen a partir de las semillas sembradas en el suelo blando de la incredulidad.
La historia de los dos personajes – y su análisis – comienza y termina con el cordero invisible dibujado dentro de la caja. El cuento no explica por qué es necesario el dibujo de este animal. El Principito no se conforma con ninguna de las figuras que el piloto le dibuja, pero acepta inmediatamente la caja cuando el hombre afirma que el cordero está dentro. ¿Por qué lo hace? ¿Ingenuidad, confianza incondicional? ¿Una visión extraordinaria, una habilidad mágica para la animación? Son preguntas acerca del misterio que está presente en toda la historia. Volveré sobre el papel y la importancia del cordero en el cuento al final del análisis.
(Continúa en la segunda parte)